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Crece el consumo de alcohol entre adolescentes, ¿estamos haciendo algo mal?

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La tendencia en el consumo de alcohol presenta un repunte en 2012. Según la Encuesta Estatal sobre el uso de Drogas en Estudiantes de Secundaria (ESTUDES), publicada recientemente, el 74 por ciento de los menores de edad (de 14 a 18 años) han bebido en el último mes frente al 63% del año 2010. Este hecho es bastante preocupante ya que este consumo se está haciendo a edades en las que sus efectos son más peligrosos y dañinos y cuando además está prohibido comprar alcohol. El cerebro del adolescente es especialmente vulnerable al alcohol ya que hay zonas, sobre todo de la corteza prefrontal, que aún no están maduras y que intervienen en la memoria, aprendizaje y visión espacial.

En correlación a este aumento de consumo también se observa un aumento en el porcentaje de jóvenes que se emborracha y que hacen “binge drinking” o “borrachera por atracón” (consumo de 5 o más copas de vasos/copas de alcohol en menos de 2 horas). En concreto 3 de cada 10 de menores se han emborrachado en el último mes, siendo los de mayor edad y las chicas las que más hacen consumo masivo. En este sentido las mujeres salen peor paradas, en parte por sus condicionantes fisiológicos, ya que toleran peor el alcohol y necesitan menores ingestas de alcohol que los varones para estar en situación de riesgo.

Respecto a la práctica del botellón el 62% lo ha practicado en el último año, sin observar diferencias en cuanto al sexo. La prohibición de venta de alcohol a los menores y del botellón en muchas ciudades y comunidades, y el control por parte de las autoridades, parece no haber surtido el menor efecto en los jóvenes que buscan las noches de los viernes y los sábados para consumir alcohol de forma masiva, y otras drogas, como el cannabis y el alcohol. Por lo que se ve el botellón se ha convertido en una moda en España, lo practican un gran número de jóvenes y de forma recurrente en el tiempo para relacionarse con sus grupos de iguales. En otros países de Europa donde la climatología resulta menos favorable y donde la venta de alcohol y los horarios de cierre de los establecimientos se aplican de forma más rigurosa, el botellón es una práctica menos habitual.

Otros factores analizados son los lugares para conseguir la bebida, el tipo de bebida y el policonsumo de sustancias. El 61,8% consigue el alcohol en el supermercado seguido de bares/pubs (57,7%). En los dos sitios está prohibido, lo que indica el incumplimiento de la normativa y la facilidad para  conseguirlo. Las bebidas de alta graduación, los combinados son los preferidos por nuestros jóvenes, seguidos de la cerveza. Parece que la cultura vitivinícola española está perdiendo terreno frente al modelo anglosajón. Otro dato oscuro de la encuesta es la asociación del alcohol con otras drogas. El policonsumo es un patrón de consumo cada vez más extendido entre los estudiantes, sobre entre los que más cantidad beben de alcohol (un 35% consume más de una sustancia). Las sustancias que con más frecuencia asocian son alcohol, tabaco y cannabis.

Con un 74% de jóvenes bebedores de alcohol y con muchos de ellos adictos al botellón, binge drinking y otras modalidades de uso (eyeballing, tampax on the rock, oxy shots) tenemos que actuar, no podemos tirar la toalla. El problema es alarmante y complejo. El adolescente tiene una baja percepción de riesgo del alcohol y ha interiorizado que el consumo de alcohol forma parte de su identidad como adolescente y lo asocia a la diversión. La esperanza del adolescente en un futuro laboral está muy limitada y el adolescente organiza su vida en torno al tiempo de ocio y diversión (horarios de estudio, horarios de descanso, actividades familiares,…).

Las medidas de control y sanción que regulan el consumo y la venta de alcohol parece que no son suficientes, porque no se cumplen de forma rigurosa. Por tanto, hay que actuar sobre otros elementos claves en la socialización del adolescente, como son la familia, la escuela, el grupo de iguales y la sociedad, especialmente los medios de comunicación.

Las condiciones de vida de los adolescentes son muy distintas a las que había antes (retraso a la vida adulta por su situación laboral, alto grado de libertad, necesidades básicas cubiertas, dinero para gastar). El valor del trabajo como sentido de la vida deja paso al vivir sin trabajar y disfrutar el momento. Es necesario que los padres ejerzan sus roles maternos y paternos, que supervisen las actividades de sus hijos, que den ejemplo, que establezcan normas, que promuevan la sobriedad en el dinero y la filosofía de resistir el consumo.

A nivel educativo, la escuela es el lugar donde el joven pasa la mayor parte de tiempo. La prevención debe realizarse educando de forma universal en cada una de las materias escolares y en la normativa del centro y de forma selectiva en los adolescentes con factores de riesgo o que inicien el consumo.

A nivel sanitario es necesario actuar mediante la prevención desde los primeros años de la vida y la detección precoz estando alerta de los síntomas de alarma.

A nivel social es necesario sensibilizar a la población para que adopte otra actitud ante el alcohol y que el adolescente perciba que la sociedad no es tolerante con el consumo de alcohol. En nuestro país el beber es un habito extendidísimo, todo se celebra bebiendo (navidad, bodas, bautizos, comuniones,…). Los medios de comunicación de los cuales los adolescentes son grandes consumidores lo refrendan. Parece necesario un cambio cultural y construir nuevos modelos de ocio juvenil. Difícil, ¿verdad? 

Fecha de publicación: 1-03-2014
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