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Trastornos de conducta en niños y adolescentes

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En el Diccionario de la Real Academia Española, hay dos definiciones del término “conducta” en el sentido de salud mental. La primera es: "manera con que los hombres se comportan en su vida y acciones". Y la segunda: "conjunto de las acciones con que un ser vivo responde a una situación".

Por tanto, se considera un trastorno de la conducta cuando se alteran las normas dadas en una sociedad concreta. Esta definición comprende desde un insulto o una mentira, hasta un homicidio.

Todos los trastornos de conducta tienen en común una alteración de la paz familiar y social. Y en muchos casos transgreden las leyes de tal forma que constituyen situaciones delictivas. Todas las sociedades tienen su código de comportamiento, y su transgresión produce repercusiones importantes.

Los problemas de conducta en la infancia y adolescencia son el motivo de consulta más frecuente en salud mental infantil. 
La prevalencia, similar en todos las partes del mundo, oscila alrededor del 5%.

Factores más frecuentes que influyen en la conducta

a.- Factores psicológicos. Uno de los factores más trascendentes es el apego, basado en la experiencia afectiva que el recién nacido y el lactante tienen con sus figuras materna o paterna. Se inicia al nacimiento y se fortalece durante los primeros años de vida. La protección y los cuidados que se prodigan al niño le hacen sentirse seguro en la vida.

b.- Impulsividad. Este rasgo es muy común entre los niños y adolescentes con conductas violentas. La impulsividad es la actuación directa ante una situación, sin pensar en las consecuencias de la misma.

c.- Factores biopsicosociales. Se trata de que los microsistemas familia, escuela y barrio son influyentes, tanto positiva como negativamente.

d.- Factores agresores sociales. La agresión social se manifiesta en la inclusión o exclusión social del niño o el adolescente a través de las relaciones y actividades cotidianas: la desvalorización sistemática de los logros (académicos, deportivos, creativos o sociales), las recriminaciones, mofas, burlas, la difusión de bulos, rumores y sospechas, y hasta los insultos y ataques verbales .


e.- Factores derivados del papel de los medios de comunicación: la violencia mediática. Casi en el mismo grado que familia, el elemento cultural de mayor influencia en el niño es la televisión. Si bien tiene su lado positivo por su aportación a la cultura y educación, también hay muchos estudios que revelan sus efectos negativos, especialmente en niños de menos de tres años.

f.- Factores relacionados con la escuela. La escuela tiene un importante papel modelador en la formación del niño y de la niña. Su poder de socialización, transmisión de pautas, conocimientos y valores, es fundamental y prioritario en las primeras etapas del desarrollo humano.

g.- La violencia escolar. La mayor parte de los hechos violentos cometidos por niños, niñas y adolescentes, y hacia ellos, se dan en el ámbito escolar, y en horarios de clase. Caso especial es la intimidación (Bullying). El acto de molestar o intimidar es todo comportamiento agresivo que sea intencional, que implique un desequilibrio de poder o de fuerzas, y que se repita en el tiempo. La intimidación genera consecuencias que afectan directamente a la salud de niños, niñas y adolescentes. Además perturba el aprendizaje. Las víctimas, los agresores y los testigos se ven afectados de diferente forma. Pero siempre con resultados perjudiciales.

Los problemas de conductas más frecuentes están relacionadas con los siguientes grupos:

1.- Agresión a personas y animales.

2.- Destrucción de la propiedad.

3.-  Fraude, engaño o robo.

4. Violaciones graves de las normas: no asistir al colegio, marcharse de casa etc.

Cómo se diagnostica

El diagnóstico no es difícil, ya que la conducta es visible. El pediatra, y sobre todo el de atención primaria, es el mejor situado para evaluar los problemas de conducta de un niño o adolescente. La entrevista clínica, individual, familiar o escolar aporta mucha información. La observación del niño o adolescente en la consulta dice mucho.

Los trastornos de conducta tienen tratamiento y se pueden prevenir

En nuestro sistema de salud, todos los niños pasan por atención primaria desde los pocos días de su nacimiento. Esto nos permite intervenir e ir valorando cuando se trata de problemas de conducta. La historia familiar puede desvelarnos situaciones de riesgo social: paro, pobreza, madres solteras, incompetencia materna en los cuidados del niño, ciertos hábitos nocivos, costumbres, patología psiquiátrica...

Con estos datos se puede instaurar una guía anticipada. Podemos intervenir fortaleciendo la vinculación de la madre con el hijo, capacitando a los padres para lograr una buena crianza, potenciando lo positivo de la maternidad y ayudándoles a dar al hijo un ambiente familiar de ternura y amor.

Se puede repasar el estilo educativo de la familia. Recordar la importancia de los primeros meses y años de la vida del niño de cara a su personalidad: los niños nos imitan y harán lo que nos vean hacer a los adultos. Hay que recordar a los padres la importancia que tiene que el niño a partir de un año interiorice las normas básicas. Esto les ayudará a que su cerebro se adapte al respeto.

La terapia familiar y la escuela de padres se harán en los casos en que la familia precise de orientaciones y aprendizajes. Con el fin de cambiar las relaciones entre los miembros de la familia.

Muchos de los problemas de conducta derivan en la edad adulta al mundo de la delincuencia, el alcoholismo, los fracasos escolares y personales, e incluso a problemas psiquiátricos. Por esta razón, el diagnóstico precoz es tan importante, y se debe poner atención cuando el comportamiento familiar es difícil, existe más hiperactividad de lo que sería de esperar, o se trata de un niño difícil de controlar, o hay quejas de padres y profesores por su  agresividad dentro y fuera del hogar.

Por suerte, hay muchas alteraciones de conducta en la infancia que ceden con la edad, o mejoran con correcciones breves y puntuales. No hay que sacarlas de su contexto infantil o adolescente adaptativo. Basta con aumentar la vigilancia y las medidas educativas básicas. 

Fecha de publicación: 26-02-2015
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